Resulta por lo tanto evidente que el salir, el viajar y el hablar públicamente se asocian con la disponibilidad sexual de la mujer y por esta razón que creemos necesario relacionar el movimiento con la conducta sexual que se espera de la mujer rodadera. De hecho, es el interior, la domesticidad y el silencio lo que se subraya como positivo en torno a la mujer, hasta el punto de que se asocia este hábitat como el natural para ella. Esta relación es obvia en los escritos de Diego Pérez de Valdivia, sacerdote, teólogo y humanista español discípulo de Juan de Ávila, en cuya obra Aviso de gente recogida (1585) subraya que: “Verdaderamente el pez en el agua, y la mujer encerrada se conservan bien y viven con seguridad y paz” (408). La imagen del “pez en el agua” es del todo interesante pues, al igual que las imágenes de los mapas, ofrece una contradictoria metáfora de libertad. Pérez de Valdivia va aún más allá al requerir el encerramiento de la mujer, ya que incluso en aquellas ocasiones en las que la salida de la mujer está justificada, como lo es el ir a misa o a la iglesia, él ve el peligro:
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"Y ojalá el día que tuviesen que comulgar fuese el día de fiesta para que en un día cumpliesen con misa, sermón, confesión y comunión y se estuviesen encerradísimas en casa sin ver, ni que las viesen. Y por esta razón se habían de escusar de ir a Iglesias lejos, o donde hay mucho concurso de gente, o quien mire, y les note, y finalmente se guarden de cualquier género de peligro que pueda perturbar su castidad (408).
No olvidemos que según recoge el refrán y Gonzalo Correas atestigua en su Vocabulario de refranes, “Muchas van de romeras y paran en rameras” y que las iglesias, las peregrinaciones y las muchas beaterías se veían como otra forma en la que las mujeres daban salida a su gusto por encontrar “quien mire y les note."
De hecho, ya había anotado antes Juan Luis Vives la relación entre el salir y la laxitud sexual de la mujer, en La formación de la mujer cristiana donde dedica tres apartados a cómo la mujer debe comportarse en público según sus estados de soltera, casada o viuda. En todos, Vives conecta el estar en público con la disponibilidad sexual de la mujer. Por ejemplo, a la soltera en el capítulo XI titulado “El comportamiento de la doncella fuera de casa,” le recomienda: “La mujer debe permanecer retirada y no dejarse conocer por mucha gente. Es indicio de una castidad no íntegra o de mala fama ser conocida por muchos” (131). En el libro segundo dedicado a las casadas, capítulo IX, “El comportamiento en público,” las exhorta a que también se estén en casa pues: “No parece bien que las casadas sean vistas con mayor frecuencia que las doncellas, pues, lo que evidentemente éstas buscan, aquellas ya lo han conseguido” (287). De hecho, Vives va aún más allá subrayando la idea de que la reclusión de la mujer y su completa ignorancia de la vida pública son muestra asegurada de su castidad y exhorta a la mujer a que se aparte de querer saber lo que ocurre en el mundo, por lo que Vives subraya que: “Escarnece Juvenal a aquellas mujeres que saben ‘qué acciones realizan los seres y los tracios, qué es lo que acontece en todo el orbe de la tierra” (287), poniendo de nuevo de relevancia la relación entre el salir y el viajar y la laxa moralidad de la mujer. En efecto, el tener conocimientos sobre lo que ocurre en el mundo es, según Vives muestra de su falta de pureza. No se escapan de esta obligación las viudas, a las cuales en el libro tercero, capítulo VI “Cómo debe comportarse fuera de casa,” les sugiere que:
Lo más seguro será salir poco a la calle y hacerlo siempre acompañada de una mujer respetable y honrada, y por el camino más corto al lugar donde te dirijas; no busques templos donde haya afluencia y concurso de varones, sino donde no haya más que soledad y no exista posibilidad alguna de pecar, pero sí la más amplia y segura ocasión para orar. (383)
Consecuentemente, después de este recorrido por las obras de conducta más influyentes de la época podemos decir que es evidente la relación entre “la salida” de la mujer y el peligro que esta supone para su pureza o lo que es lo mismo, la relación entre la salida y el cuestionamento de la conducta sexual de la mujer.
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"Doncellas Andantes"-
Juana de Arco
En consecuencia, proponemos explorar los casos de las pícaras, mujeres sueltas por antonomasia de la literatura, a través del ejemplo de La Lozana andaluza (1528) y contrastarlo con el de otros casos de mujeres anónimas “piedras rodaderas” o rolling stones que dejaron su huella en los archivos, pues al contrario de lo que prescribían los tratados de conducta, las mujeres se movían más o menos a sus anchas por toda la geografía. Es importante notar también que las pícaras, estas mujeres andariegas y viajeras empedernidas, tienen un antecedente en las “doncellas andantes” de los libros de caballerías. En “La doncella andante y la libertad imaginada,” M.a Carmen Marín Pina hace un excelente análisis del papel de estas doncellas en los libros de caballerías. Nota Marín Pina que aunque las doncellas andantes se mueven a la par que los caballeros andantes por la geografía peninsular en busca de aventuras, estas no comparten con sus homónimos su calidad de guerreras.
Además, estas doncellas/mensajeras:
" cubren su cabeza y rostro con velos, mantos, tocas, mantelinas o antifaces, de esta forma protegen su cara del polvo y del sol a la par que la ocultan para no ser conocidas y evitar males mayores, pues huelga decir que las mujeres por los caminos son muy problemáticas." (Marín Pina 280; lo subrayado es mío)
Problemáticas porque despiertan “inevitablemente el deseo de los hombres” (Marín Pina 287) y en consecuencia su “irrupción en un espacio abierto en un principio masculino, está estrechamente ligado a la sexualidad, a una sexualidad libre en apariencia frente a la represión del nucleo familiar” (Marín Pina 289). Sin embargo, al mismo tiempo aunque las doncellas andantes recobren cierta independencia sexual también están más expuestas al ataque sexual o al “instinto diabólico” de los hombres, expresión utilizada en los documentos castellanos medievales para explicar los casos de violación. Desde la misma literatura, los personajes masculinos subrayan el desorden que resulta de su presencia pues “las doncellas es vianda tan comedera, que hacen a todo el mundo salir de su natural… y por esso [los caballeros agresores] quedan merecedores de menos culpa… que muchas veces soy tentado destos accidentes, yo la tengo por pequeña” (fragmento del Palmerín portugués citado por Marín Pina 289). Por lo tanto, podemos dilucidar que, la doncella andante, como se encarga de repetir en bastante ocasiones Marín Pina a lo largo de su artículo es definitivamente “problemática.” Problemática porque el viaje, fuera de los deplazamientos justificados, no encaja en los límites establecidos para la mujer virtuosa. Sin embargo, la insistencia de las advertencias y reproches ponen de manifiesto que la mujer, como veremos más adelante, se pone en los caminos y atraviesa siguiendo el lema plus ultra, fronteras, oceános y continentes.
Nuestro botón de muestra o piedra rodadera literaria, La Lozana andaluza cuenta las fortunas y adversidades de una pícara/prostituta llamada Aldonza nacida en Córdoba, de padre rufián que murió, dejando pleiteando a su mujer y a sus tres hijas. Después del pleito que las llevó a Granada, “no queriendo tornar a su propia cibdad, acordaron de morar en Jerez y pasar por Carmona… Aquí Lozana conversó con personas que la amaban por su hermosura y gracia” (176; lo subrayado es mío), recordemos el sentido ya apuntado que cobra la palabra “conversación,” y estando allí “se le derramó la primera sangre que del natural tenía” (176), esto es, perdió la virginidad, sentido que ha sido apuntado por Manuel Criado del Val en “Antífrasis y contaminaciones de sentido erótico en La Lozana andaluza.
Este recorrido Mediterráneo ha sido estudiado por Manuel Da Costa Fontes en su interesante artículo“The Art of ‘Sailing” in La lozana andaluza” donde presenta unos argumentos bastante convincentes que apuntan al viaje marítimo de la pícara como alegoria de los tratos sexuales de la pareja por los principales puertos del Mediterráneo.